Homework

1. Escribir tres oraciones con dudar, tres con esperar y tres con pedir en diferentes tiempos

2. Traducir. Puedes usar un diccionario.

  1. Is this what you told me? Yes, this is what I told you.
  2. Last night I was on the street where you live.
  3. Remember when we went to the concert in Long Island?
  4. This is what happens when you hope that someone loves you.
  5. This is the man who sold my car.
  6. Is this what brought you to Boston?

3. Completar, usando presente de subjuntivo cuando sea necesario

  1. Malena __________ (ser) alta.
  2. Creo que Pedro ___________ (tener) un gato.
  3. No creo que Ismael __________ (tener) un perro.
  4. Sé que Rafael __________ (saber) pilotar un avión.
  5. Es importante que ella __________ (escribir) esa carta.
  6. Cuando ella __________ (llamar), mi teléfono estará desconectado.
  7. Elisa y Marta a veces __________ (ir) al cine los martes.
  8. Ojalá que Antonio __________ (ir) a la cena de esta noche.
  9. Es ridículo que nosotros __________ (tener) que esperar dos horas para cenar aquí.
  10. Te pido que por favor me __________ (explicar) la situación.
  11. Es muy importante que Francisco __________ (recibir) el mensaje de texto.
  12. Juan me __________ (recomendar) que vaya a ese restaurante.
  13. Alfonso siempre necesita que nosotros lo __________ (ayudar).
  14. El médico recomienda a sus pacientes que no __________ (beber) agua muy fría.

4. Completar, usando imperfecto de subjuntivo cuando sea necesario

  1. Pedí a mis estudiantes que __________ (terminar) la tarea.
  2. Quería que ella no __________ (estar) triste.
  3. Esperé que tú me __________ (explicar) lo que pasaba.
  4. Sabía que Marta __________ (estar) en Alabama.
  5. Ayer, Javier __________ (hablar) por teléfono con Rosa.
  6. Silvia nos pidió que nosotros __________ (ir) al concierto de su amigo.
  7. Amanda explicó que su prima __________ (tener) una casa allá.
  8. Dudaba que ella lo __________ (hacer).

5. Buscar una manera de reescribir las siguientes oraciones usando un subjuntivo

Necesitarás cambiar el verbo principal por otro.

  1. Yo sé que María ha estado en Ibiza.
  2. Juan piensa que Pedro ha estado en Hawaii.
  3. Creo que Karen ha escrito tres novelas.
  4. Ella sabía que yo ya me había ido.
  5. Pienso que Ana ha vivido en la misma casa por treinta años.
  6. Elena sabe que Luis ha estado enfermo.
  7. Creo que Javier me ha visitado.

6. Comentario de texto

El rayo de luna[1]

Capítulo 1

¿Dónde está Manrique? —preguntaba a veces su madre a los hermanos de éste.

—No sabemos —respondían los hermanos—, probablemente esté sentado en una tumba[2], o en el puente,[3] mirando el agua correr, o en el claustro[4] del monasterio, escuchando a los pájaros en silencio, o contando las estrellas en el cielo[5]... En cualquier lugar[6] excepto donde esté todo el mundo.[7]

Así era: Manrique amaba la soledad, porque en ella podía vivir en un mundo de fantasía habitado por sus extrañas creaciones, hijas de sus delirios y sueños de poeta. Creía que en el agua del río[8] vivían unas mujeres misteriosas que cantaban en silencio. En las nubes[9] podía percibir formas y sonidos sobrenaturales e ininteligibles que no podía comprender.

¡Amar! Había nacido para soñar el amor, no para experimentarlo. Amaba a todas las mujeres por un instante: a esta porque era rubia, a aquella porque tenía los labios rojos, a la otra porque caminaba elegantemente.

A veces su delirio era tan extremo que pasaba una noche completa mirando a la luna o a las estrellas. En aquellas largas noches de poético insomnio, exclamaba:

—Si es verdad, como decía Don de la Peña en la escuela, que esos puntos luminosos[10] son mundos,[11] ¿cómo serán las mujeres en esas regiones? Nunca podré verlas, nunca podré amarlas. ¿Cómo será su hermosura? ¿Cómo será su amor?

Manrique todavía no estaba tan loco como para estar en el psiquiátrico, pero ya hablaba y gesticulaba solo, que es por donde las personas empiezan.

Muy cerca del río Duero, había un castillo abandonado que en el pasado perteneció[12] a los Templarios. Era una noche de verano, y Manrique paseaba por el puente viejo[13]. Eran las doce cuando Manrique vio, cerca del castillo, una cosa blanca que flotó un momento y desapareció en la oscuridad. La tela[14] del vestido de una mujer, una mujer que se ocultó[15] en el castillo de los Templarios.

—¡Una mujer desconocida!... ¡En ese castillo!..., ¡a esta hora! Esa, esa es la mujer para mí, es perfecta —dijo Manrique, y fue rápidamente hacia el castillo.

La mujer había desaparecido. ¿Por dónde? Manrique creyó[16] ver una forma blanca que se movía.

—¡Es ella! —dijo.

Pero no había nadie.

—¡Ah!, por aquí, por aquí va —exclamó entonces—. Oigo sus pies sobre las hojas secas;[17] —y corría y corría, como un loco, pero no la veía—. Creo que ha hablado; no hay duda, ha hablado... ¿en qué lengua? No sé, pero es una lengua extranjera[18] —creía verla y oírla, pero no podía encontrarla.

Corrió de un lugar a otro frenética y desesperadamente. Llegó finalmente a la iglesia de San Saturio, que está sobre las altas rocas en la ribera[19] del río Duero. Subió a la torre[20] de la iglesia, y miró en todas direcciones. En el agua creyó ver una barca[21] que iba hacia la ciudad, y en la barca creyó ver una forma blanca, una mujer, sin duda, la mujer que había visto en los Templarios, la mujer de sus sueños.[22] Bajó rápidamente y fue hacia el puente. Pensaba cruzarlo[23] y llegar a la ciudad antes que la barca. Cuando llegó a la entrada[24] ya los que habían cruzado el Duero por la parte de San Saturio entraban en la ciudad de Soria por una de las puertas del muro.[25] Manrique entró y fue al barrio de San Juan. Las calles de Soria eran entonces, y lo son todavía, estrechas,[26] oscuras y silenciosas. Llegó a una vieja casa de piedra.[27] En una de las ventanas góticas vio una luz suave.[28]

—No hay duda; aquí vive ella —dijo el joven Manrique, mirando a la ventana—; aquí vive. Ella entró por la puerta de San Saturio... por la puerta de San Saturio la gente llega a este barrio... en este barrio hay una casa con una luz, todavía hay gente despierta,[29] y es la una de la mañana, tiene que ser ella, que vuelve a esta hora de sus excursiones[30] nocturnas. No hay más; esta es su casa.

Manrique esperó hasta el amanecer[31] mirando la ventana gótica. A las siete de la mañana un hombre abrió la puerta de la casa. Manrique corrió hacia el hombre.

—¿Quién vive en esta casa? ¿Cómo se llama ella? ¿De dónde es? ¿Qué hace en Soria? ¿Tiene esposo? Preguntó nerviosamente al hombre, que lo miraba sorprendido con ojos estúpidos.

—En esta casa vive Don Alonso de Valdecuellos, que está descansando en la ciudad porque fue herido[32] en la guerra.[33]

—Pero ¿y su hija? —interrumpió el joven—; ¿y su hija, o su hermana; o su esposa, o lo que sea?[34]

—No hay ninguna mujer con él.

—¡No hay ninguna!... Entonces, ¿quién duerme allí en aquel cuarto, donde toda la noche he visto una luz?

—¿Allí? Allí duerme Don Alonso, que, como está enfermo, tiene encendida[35] su lámpara hasta el amanecer.

Manrique, terriblemente sorprendido, miró al piso y se fue de la puerta sin decir nada al hombre.

Capítulo 2

—Yo debo encontrarla, debo encontrarla. Y si la encuentro debo conocerla... ¿En qué?... Eso es lo que no podré decir... pero debo conocerla. El sonido[36] de sus pies en las hojas, una palabra de ella, la tela de su vestido, es todo lo que necesito. Noche y día pienso en aquella tela blanquísima. Noche y día pienso en sus ininteligibles palabras. ¿Qué dijo?... ¿qué dijo? ¡Ah!, si yo pudiera saber qué dijo... Pero, la encontraré... la encontraré; Me lo dice el corazón,[37] y mi corazón nunca me miente. Es verdad que he caminado inútilmente por todas las calles de Soria; he estado noches y noches sin dormir; he gastado veinte doblas[38] en hacer hablar a vecinas y barberos; he dado agua bendita[39] a San Nicolás; pero no importa, yo la debo encontrar. La gloria de tenerla será mayor[40] que el trabajo de encontrarla. ¿Cómo serán sus ojos? Deben ser azules, azules como el cielo de la noche. Me gustan los ojos azules. Son tristes y melancólicos. No hay duda, son azules. Y su pelo es negro, muy negro... Pienso que lo vi aquella noche... Sí, estoy seguro,[41] era negro. ¡Qué hermosos son unos ojos azules y un pelo negro y liso en una mujer alta! Porque... ella es alta, muy alta. Ella es hermosa. Ella piensa como yo pienso, ama lo que yo amo y odia lo que yo odio. ¿No debe amarme como yo la amaré, como la amo ya, con todas las fuerzas de mi vida? Voy a volver al lugar donde la vi la primera vez. Tal vez a ella, romántica como yo, amiga de la soledad y el misterio, como todos los soñadores,[42] le gusta caminar entre las ruinas, en el silencio de la noche.

Habían pasado dos meses desde el episodio en la casa de Don Alonso de Valdecuellos, y, en todo este tiempo, Manrique no había hecho nada más que pensar en aquella mujer desconocida. Su absurdo amor crecía y crecía junto a[43] sus absurdas imaginaciones. Manrique cruzó el puente que llega a los Templarios.

La noche estaba hermosa. El joven entró en el claustro del castillo. No había nadie entre las grandes columnas. De repente[44] Manrique vio en la distancia la tela del vestido blanco. La vio flotar[45] un instante y desaparecer. La tela del vestido de la mujer de sus sueños, que ya amaba como un loco. Corrió hacia el lugar, pero al llegar se quedó petrificado. Así estuvo un tiempo, inmóvil.[46] Manrique empezó a reír,[47] de una manera estridente y horrible.

Aquella cosa blanca había aparecido otra vez en frente de sus ojos. Pero había aparecido por un instante, no más que un instante.

Era un rayo de luna, un rayo de luna que entraba a intervalos por entre los árboles cuando el viento[48] movía sus ramas.[49]

Capítulo 3

Habían pasado unos años. Manrique estaba sentado en una silla en su castillo, mirando fijamente a la alta chimenea[50] gótica.

—Tú eres joven y guapo —le decía su madre—; ¿por qué vives en soledad? ¿Por qué no buscas una mujer que amar, y ser feliz así?[51]

—¡El amor!... El amor es un rayo de luna —decía el joven.

—¿Por qué no despiertas, Manrique? —le decía uno de sus hermanos—. ¿Por qué no te vistes de hierro[52] y vas a la guerra? En la guerra encontrarás la gloria.

—¡La gloria!... La gloria es un rayo de luna.

—¿Quieres escuchar el último poema del trovador Don Arnaldo?

—¡No! ¡No! —dijo el joven, enojado—; no quiero nada... bueno, sí... quiero estar solo... Poemas... mujeres... gloria... felicidad... Todo son mentiras, fantasmas que inventamos en nuestra imaginación y que amamos y perseguimos.[53] ¿Para qué? ¿Para qué? Para encontrar un rayo de luna. Manrique estaba loco: por lo menos, todos lo creían así. Yo, por el contrario, pensaba que lo que había hecho era recuperar el juicio.[54]

Gustavo Adolfo Bécquer. Publicada en El Contemporáneo el día 12 de febrero de 1862.

[1] The moonbeam

[2] Grave

[3] Bridge

[4] Cloister

[5] The stars in the sky

[6] Place

[7] Everyone

[8] River

[9] Clouds

[10] Luminous points

[11] Worlds

[12] Pertenecer - to belong

[13] The old bridge

[14] Fabric

[15] Ocultarse - to hide

[16] Creer - to believe

[17] Dried leaves

[18] Foreign

[19] Bank

[20] Tower

[21] Boat

[22] Dreams

[23] Cruzar - to cross

[24] Entrance

[25] The city wall

[26] Narrow

[27] Stone

[28] Soft light

[29] Awake

[30] Excursions / trips

[31] Dawn

[32] Wounded

[33] War

[34] Whatever she may be

[35] Turned on

[36] Sound

[37] Heart

[38] Dobla is an old Spanish gold coin

[39] Holy water

[40] Larger

[41] I am sure

[42] Dreamers

[43] Together with

[44] Suddenly

[45] Flotar - to float

[46] Still

[47] Reír - to laugh

[48] Wind

[49] Branches

[50] Fireplace

[51] This way

[52] Iron

[53] Perseguir - to chase

[54] Recover his mind

Preguntas

  1. ¿Cómo era Manrique?
  2. ¿Qué vio Manrique en los Templarios?
  3. ¿Encontró Manrique a la mujer misteriosa?
  4. ¿Quién estaba en el cuarto con la luz encendida en Soria y qué hacía allí?
  5. ¿Qué pasó cuando Manrique volvió a los Templarios?
  6. ¿La historia termina bien o mal?
  7. ¿Por qué pensaba Manrique que esa mujer era la mujer de sus sueños?
Progress, Vol. 5
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